La profesión del emprendedor en el mundo contemporáneo

Hace unos diez años todo el mundo quería ser yuppy, banquero o bróker. Pero últimamente las modas cambian y ahora lo que más pega a las personas es ser emprendedor. Este término corre de boca en boca y se percibe en muchos casos como la panacea que podrá hacerle a uno rico de la noche a la mañana. Nada más lejos de la realidad. Si intentamos definir los elementos esenciales de cualquier proyecto empresarial, por supuesto, cabe destacar los siguientes: el trabajo, la ilusión y la suerte, pero este último factor no depende de uno mismo. No menos importa el cuarto, el gusanillo empresarial, si le corre a uno, en muchos casos podrá ayudar a evitar sobresaltos que echen cualquier negocio a perder.

Existe cierta relación entre los emprendedores y la gente joven. En la mayoría de los casos es verdad que la gente de menos edad posee más audacia y puede lanzarse a ciegas, pero hay también personas mayores que, en un momento determinado, bien por necesidad o por vocación, constituyen su propia empresa. Sin embargo, la mayoría de los emprendedores de hoy son gente joven que acaba de terminar la carrera o un máster. Pero es cierto que la gente joven es más inexperta y, por consiguiente, el riesgo de fallo de un proyecto empresarial que está montando con sus fuerzas propias, es considerablemente mayor. Para evitarlo o, por lo menos, reducirlo al mínimo, se recomienda transmitirles a los jóvenes emprendedores los principales modelos con el fin de que no cometan los errores más típicos. Como se comprende, la mayoría de las veces el éxito final depende de la formación empresarial recibida. Cuanta más se posea, más riesgos se evitan. Y los jóvenes de hoy lo saben perfectamente. Entonces, ¿qué buscan ellos cuando deciden invertir tiempo y dinero en un máster que les permita acceder a posiciones relevantes en el mundo profesional?

El profesional de hoy, independientemente de qué edad tiene, pretende adquirir una buena formación empresarial que le permita desarrollar su actividad en distintos sectores y en distintos países. Es decir, los rasgos fundamentales de las actividades empresariales de hoy son flexibilidad e internacionalidad. Otro aspecto de mucha importancia para el emprendedor contemporáneo es el obligatorio desarrollo de las habilidades y capacidades que cada vez son más valoradas por las empresas, como, por ejemplo, el poder de persuasión a la hora de exponer sus ideas, de presentar o defender su proyecto es una cualidad que se puede adquirir y perfeccionar y que, además, es cada vez más importante para obtener éxito en el mundo empresarial.

Es también bastante recomendable trabajar por cuenta ajena una o dos temporadas para ver, cómo funciona la maquinaria interna de una empresa. Es también apropiado que la inversión primaria provenga de su capital propio. La tercera medida consiste en elaborar un plan de viabilidad, es decir, un estudio en el que se prevea lo que va a suceder con la compañía en los próximos años. Ahora para ello existen bastantes manuales de creación y funcionamiento de empresas que ayudan a elaborarlo. Pero, de todas formas, la mejor escuela sigue siendo la experiencia directa. El emprendedor nunca debe considerarse un fracasado. Si sucede un fracaso, el emprendedor deberá analizar el por qué de su fallo y extraer conclusiones necesarias para evitar que se repita.

El emprendedor del siglo XXI necesita, como se ha dicho, más formación. La falta de ésta, el no saber cómo se negocia y el desconocer el sector en el que se implanta son las mayores dificultades que puede afrontar un joven emprendedor al iniciar su negocio y es de dónde proviene el mayor número de errores que puede cometer. Por supuesto, cada uno de los emprendedores es consciente que vivimos en el mundo cada vez más competitivo donde es necesario ser bueno para sobrevivir. El profesional de hoy tiene ambición por aprender y por aplicar bien lo aprendido.

Hay personas que basan su vida en lanzar proyectos y otros son los que siempre necesitan que les digan qué hacer. Los primeros deben ser empresarios y los segundos, funcionarios. Si se posee sangre de emprendedor, es aconsejable que continúe por la primera senda. Los emprendedores del siglo XXI no quieren trabajar al dictado de otras personas, desean desarrollar su propio proyecto empresarial y crear sus propias alternativas de vida, poseen ambiciones y no están dispuestos a aceptar el sueldo que les proporciona una empresa. Su máxima aspiración es la independencia, es decir, pasan la vida poniendo en práctica al día siguiente lo que soñaban la noche anterior. Para el emprendedor de hoy también es necesario que se elabore la capacidad de actuar bajo la tensión.

Para finalizar, puede decirse que ser emprendedor en nuestros días es una aventura apasionante, la que sólo pueden realizar las personas capacitadas. Entre las principales virtudes del emprendedor se encuentran la audacia, la capacidad de asumir riesgos y la de adaptarse a los rápidos cambios que se producen en el mundo que lo rodea.