EL CONCEPTO DE EQUIVALENCIA EN TRADUCCIÓN 6 страница

Veamos algunos ejemplos que demuestran que cada texto no sólo es polifuncional sino que el autor elige las diferentes funciones (subordinadas a la FD) y sus marcadores a partir de su subprograma intencional. Así, en un texto científico sobre el asma bronquial, cuya FD es informativa, encontramos un párrafo que dice: “No es fácil dar una definición de asma, como demuestra el hecho de que cada autor la define con diferentes matices. Incluso alguien ha comparado el asma con el amor: "Todo el mundo sabe lo que es pero nadie sabe definirlo con exactitud." Es evidente que la función complementaria de este párrafo es la evaluativa y hasta emotivo-evaluativa (sus marcadores aparecen en negrilla). Esta función que es complementaria para un texto científico (informativo), al igual que sus marcadores, han sido elegidos por el autor a partir de sus intenciones, o sea, para conseguir el efecto buscado de destacar la dificultad de definir la enfermedad puesto que su procedencia es bastante confusa. Los marcadores de una u otra función comunicativa pueden ser explícitos o implícitos, circunstancia que también depende de la intención del autor.

Está claro que los subprogramas intencional y funcional resultan completamente correlacionados dentro del PCA del texto y por lo tanto son de igual importancia para la actividad bilingüe equivalente. La equivalencia comunicativa entre el TO y el TM implica su equivalencia intencional- funcional. Esto no quiere decir que siempre se consiga transferir una u otra función complementaria en el fragmento del TM que se corresponda con el fragmento análogo del TO, incluso puede haber casos de pérdida intencional de una función complementaria en aras de preservar en la traducción la fidelidad a los factores más importantes del PCA del TO (como ocurre en la traducción al ruso del soneto de Góngora) o por razones de aceptabilidad del TM (la traducción del título de la película rusa Утомленные солнцем – Quemados por el sol).

Los términos función comunicativa, función textual, función dominante y funciones complementarias del texto tienen que ver con cualquier proceso de comunicación verbal, incluidos ambos tipos de actividad bilingüe. La diferencia consiste en que la actividad bilingüe equivalente supone la máxima fidelidad posible al PCA del TO, del que forma parte el subprograma funcional, mientras que la actividad bilingüe heterovalente admite su cambio completo en el TM.

Función social del texto y traducción

En relación con el tema de las funciones, nos parece también conveniente deslindar el concepto de equivalencia comunicativa de dos textos y el de función socio-cultural del TM en la cultura o en el polisistema literario meta. Por paradójico que parezca a primera vista, este deslinde tiene su justificación en el caso de la actividad bilingüe equivalente.

A la hora de llevar a cabo la traducción de cualquier texto (novela, texto científico o artículo de opinión), es prácticamente imposible, con muy pocas excepciones, determinar a priori la función socio-cultural que va a desempeñar el TM en la cultura meta. Las excepciones se refieren a los contados casos en los que se sabe que la traducción se empleará en la cultura meta sólo como material de referencia o documentación. Esto ocurre con las traducciones de leyes u otros documentos administrativos que en la cultura origen cumplen una función operativa rigiendo la vida de la sociedad, mientras que en la cultura meta se transforman en "documentación", en material de referencia. ¿Significa esto que en dichos casos el TM no debería ser comunicativamente equivalente al TO o que se debería cambiar su estructura funcional ideada por el autor del TO? Si cambiáramos la estructura intencional- funcional, el TM dejaría de ser lógico, perdería su condición objetiva de documentación. Otra cosa es que a partir de la nueva función social del TM se deba optar por una estrategia determinada en la traducción, poco apropiada en otras ocasiones, buscando la manera de explicarle al destinatario algunas ideas implícitas o definir algunos términos autóctonos, ya sea mediante notas o de cualquier otra forma pertinente.

El problema de la relación entre intenciones y funciones consiste precisamente en que a diferencia de la relación tipo de texto – función dominante, que no es unívoca, entre los subprogramas intencional y funcional existe una relación unívoca, propia de cada texto dado. Precisamente esta relación asegura el desarrollo lógico del texto. Infringiendo esta lógica, cambiamos el sentido de texto que dejaría así de ser un documento o material de referencia en otra cultura.

El deslinde de los conceptos de función comunicativa del TM y función socio-cultural/posición del TM en el la cultura meta, adquiere especial importancia, dada la tendencia actual a estudiar las adaptaciones literarias en el marco de la teoría de la traducción, enfocando el tema desde el concepto de polisistema literario y extendiendo las conclusiones de los estudios literarios a la teoría general de la traducción. De nuevo como en la scopos theorie, se considera que cualquier oferta en la cultura meta sobre el mismo TO es traducción. Semejante tendencia caracteriza los planteamientos de la escuela de Tel Aviv que da por sentado que el producto de cualquier tipo de actividad bilingüe es traducción como ocurre con un texto literario escrito para adultos en la cultura origen y adaptado para niños de la cultura meta. Pero es evidente que el paso del sistema literario para adultos al sistema literario para niños, supone, en realidad, lo mismo que el paso de un tipo de texto a otro, y no puede menos que ir acompañado del cambio del programa conceptual del TO, incluida su subestructura funcional.

Dos acepciones del término adaptación

En nuestra opinión, el concepto de función (posición) del TM en el polisistema literario meta no tiene nada que ver con la problemática de la actividad bilingüe ya sea equivalente o heterovalente. Se trata de un hecho puramente literario. La función que cumplirá o la posición que ocupará una oferta informativa en el polisistema literario meta, tanto si es equivalente (traducción) como heterovalente (adaptación a las demandas del cliente), va a depender de muchos factores conceptuales y culturales, como distancia entre las dos culturas y civilizaciones, tradición literaria, escala de valores, etc. Los planteamientos de la escuela de Tel Aviv al respecto encierran el doble peligro de que la teoría de la traducción vuelva a disolverse en la teoría de la literatura, perdiendo su propio objeto y un enfoque riguroso de ciertos conceptos científicos. El peligro proviene de dos circunstancias. Por una parte, se analizan como fenómenos homogéneos dos actividades diferentes: la del traductor y la del "adaptador" de textos originales, lo que tiene como consecuencia la desaparición de la diferencia entre los dos tipos de actividad bilingüe y sus respectivos productos. Por otra parte, desaparece la diferencia fundamental que se da entre el concepto de adaptación dentro de la traducción, comprendida como resultado de los cambios de la estructura semántica del TM con respecto al TO (cambios que no deben infringir el PCA del TO), y la adaptación como actividad bilingüe heterovalente (que conduce al cambio del programa conceptual del TM con respecto al PCA del TO). Si en el caso de la actividad bilingüe heterovalente, una de cuyas modalidades es la adaptación literaria, los vínculos entre el TO y el TM quedan muy debilitados y a veces se reducen tan solo a diferentes aspectos del tema de ambos textos, en la actividad bilingüe equivalente, el TO y el TM están unidos por vínculos de equivalencia intencional-funcional, siendo motivada la adaptación por la necesidad de superar los casos de intertextualidad cultural (2.1.1.), y garantizar así la aceptabilidad del TM en la cultura meta. La adaptación dentro de la traducción está delimitada no sólo por este principio operativo sino también por las normas comunicativas de la actividad bilingüe equivalente.

La adaptación, como tipo especial de actividad verbal, puede ser monolingüe y bilingüe, puede extenderse a diferentes tipos de textos y realizarse tanto a partir del encargo del cliente como a partir de la demanda del mercado en general, e incluso a partir de la intención del mismo autor del TO que, por cualquier razón, quiera adaptar su propio texto para fines especiales, como ocurrió en el caso de Alice's Adventures in Wonderland, al hacer el mismo L. Carroll una adaptación del libro exclusivamente para niños The Nursery Alice. Es muy interesante el motivo de esta adaptación: el objetivo del autor consistía, entre otras cosas, en camuflar los límites de la realidad y de la fantasía. Como los niños no serían capaces de entender esta idea, la versión adaptada convierte toda la historia en un sueño. El cambio de la condición social del destinatario, que en este caso es la edad (adulto / niño), no puede menos que repercutir en el programa conceptual del TM.

La tradición de adaptar diferentes tipos de textos, incluidos los literarios, puede ser explicada por muchas razones, como la falta de literatura infantil, que es el caso de las adaptaciones de Gulliver's Travels. Sin embargo, cualquier adaptación, trátese de un texto literario o de otro tipo, debería hacerse, en nuestra opinión, por especialistas (escritores). En caso contrario, el producto final corre el riesgo de llegar a ser una caricatura de la obra original. Así ocurre en el caso de Gulliver que, una vez adaptado, dejó de ser una obra de arte para convertirse en una aventura con un programa conceptual absolutamente distinto. Lo malo de este tipo de adaptaciones literarias para niños, supone, a nuestro juicio, que al crecer los lectores, posiblemente, nunca desearán conocer las grandes obras de la literatura universal. Por otra parte, tampoco sería justo echarle la culpa al "adaptador" por no corresponder el producto de su actividad al original. Si el sujeto de la actividad bilingüe heterovalente se propone hacer una adaptación del TO, no tiene prácticamente ningún compromiso con respecto al programa conceptual del TO y se orienta exclusivamente al encargo del cliente o del mercado o actúa conforme a su propia voluntad. Precisamente esta suerte le tocó a la adaptación alemana de Robinson Crusoe hecha por Campe, maestro de escuela impresionado por las ideas de Rousseau. La obra de Defoe, con sus moralejas explícitas e implícitas, tiene una gran fuerza ideológica y didáctica. En la versión alemana el signo ideológico y evaluativo cambia completamente.

En realidad, no se le puede reprochar nada a Campe, puesto que no se propuso hacer una traducción. La crítica de Z. Shavit se explica por el mero hecho de que no ve diferencia alguna entre traducción y adaptación. A pesar de todos los cambios conceptuales que se producen en el TM respecto al TO, Z. Shavit sigue considerando el producto de la actividad bilingüe de Campe como traducción. En realidad, Campe no tradujo la obra de Defoe, o sea, no la representó en otro medio cultural, sino que creó otra historia inspirada en parte en la de Defoe y en parte en las ideas de Rousseau. No coincidimos con Z.Shavit que considera los cambios a que se sometió la obra de Defoe como adaptaciones ideológicas. Es simplemente otro tipo de oferta informativa en terminología de K.Reiss y H. Vermeer y, en nuestra opinión, es el producto de otro tipo de actividad bilingüe que implica el cambio del PCA del TM con respecto al TO.

La atención que le prestamos en esta ocasión a la noción de polisistema literario se debe a que, más tarde, esta noción se identifica en algunos casos con la de polisistema cultural y aquí empieza la confusión. Es verdad que tanto la literatura como la cultura constituyen polisistemas. Sin embargo, el paso del texto de un sistema literario a otro, independientemente de si se produce en el marco de una cultura o en la comunicación intercultural, siempre implica el cambio de programa conceptual del autor y por lo tanto de la estructura intencional-funcional del texto, mientras que el "paso" que se da en la actividad bilingüe de un polisistema cultural a otro, no implica obligatoriamente el cambio de su programa conceptual ni de su estructura funcional, mejor dicho, este "paso" puede producirse tanto con el cambio del programa conceptual del autor del TO (actividad bilingüe heterovalente, es decir, la adaptación), como manteniendo invariable el programa conceptual del autor del TO (actividad bilingüe equivalente, es decir, la traducción).

Otro problema de índole exclusivamente literaria, a nuestro parecer, que se plantea últimamente en la literatura traductológica, atañe a una función especial de las traducciones consistente en introducir en la cultura meta nuevos tipos de textos antes desconocidos en esta cultura. Existe la opinión de que en estos casos el traductor debería sacrificar la aceptabilidad del TM en aras de cumplir dicha función innovadora. Creemos que para semejante planteamiento no puede haber cabida en una teoría de la traducción que conciba forma y contenido como un todo dialéctico. La forma del soneto o la de las "rubaíes" es demasiado importante para el programa conceptual de Shakespeare y de Omar Khayyam, respectivamente, y por esa razón – ¡y no para introducir nuevas formas poéticas! – los mejores traductores de dichas obras optaron por preservar en lo posible su forma (métrica, estrofas). La forma, por sí misma, no puede convertirse en el factor dominante, sin contar con el peso que le corresponde en el programa conceptual del autor. Precisamente por haber cumplido la doble tarea de preservar el programa conceptual del original, cuya parte integrante es la forma poética, y, al mismo tiempo, hacer el TM aceptable en la cultura meta, S. Marshak logró introducir la forma del soneto en la cultura rusa, y Edward Fitzgerald familiarizó al lector angloparlante con Rubayiat de Ornar Khayyam. Es muy dudoso que el traductor piense a la hora de realizar su trabajo en la posibilidad de introducir un nuevo tipo de texto en la cultura meta. Creemos que al emprender la actividad bilingüe equivalente, el traductor no debería partir de ningún otro principio que no sea el operativo fundamental de la traducción. Subordinando sus opciones a la doble fidelidad – al programa conceptual del TO y al destinatario – el traductor recurre a ciertas manipulaciones de la estructura semántica del TM con respecto al TO, que no son otra cosa que adaptaciones dentro de la traducción. La misma posibilidad o la necesidad de introducir en la cultura meta nuevos tipos de textos también depende del programa conceptual del autor del TO (el peso específico de la "forma" en su programa conceptual) y de la situación comunicativa que se da en cada caso concreto en la cultura meta.

Cuanto queda dicho no significa que una buena traducción no sea capaz de introducir una nueva forma literaria en la cultura meta, sin embargo, nos parece que estos problemas no le atañen a la teoría de la traducción, sino a la teoría de la literatura, porque no explican el proceso de la traducción, ni constituyen factores que influyan en la actividad del traductor.

Tampoco es un problema traductológico el lugar que ocupa la obra traducida en el polisistema literario meta. La posición de una obra traducida en el polisistema literario meta se conoce sólo a posteríorí, aunque entre los factores que entran en juego en estos casos, es muy importante la calidad de la traducción. Al mismo tiempo, hay otros factores de índole socio-histórico-cultural de los que depende la consideración de la traducción en la cultura meta.

Resumiendo este apartado, cabe destacar que si no se deslindan los dos tipos de actividad bilingüe, existe el peligro de que la ciencia de la traducción se disuelva en otras ciencias o quede privada de contenido. A la teoría de la traducción le costó bastantes esfuerzos independizarse en los años 50 de la teoría de la literatura y de la crítica literaria. El que uno u otro aspecto del proceso de la traducción sean investigados con diferentes fines específicos por distintas ciencias (empezando por la psicología cognitiva y la informática y terminando por la estilística contrastiva y la teoría de la literatura), no significa que este proceso sea objeto de ninguna de estas ciencias.

El que haya más de un tipo de actividad bilingüe, cada uno de los cuales tiene sus objetivos, su estructura y requiere diferentes competencias del sujeto, significa que debe haber teorías respectivas capaces de dar explicación científica a cada tipo de actividad.

El enfoque de la Teoría General de la Traducción tiene dos puntos de partida:

ü la diferencia existente entre los conceptos de contenido y sentido del texto

ü el concepto de actividad tal y como lo define la Teoría de la Acción

A partir de la diferencia entre contenido semántico y sentido comunicativo, se deduce el concepto de equivalencia comunicativa de dos textos producidos en diferentes culturas.

A partir de la Teoría de la Acción, se concluye que dos actividades que tienen diferentes objetivos y, por lo tanto, diferentes estructuras, no pueden ser explicadas científicamente por una misma teoría. De ahí proviene la necesidad de deslindar los diferentes tipos de actividad bilingüe, cada uno de los cuales debería tener su propia teoría.

Semejante deslinde hace posible precisar los factores que determinan la actividad del sujeto y los conceptos básicos de cada teoría. En el caso de la actividad bilingüe equivalente, el concepto básico es la equivalencia comunicativa en la comunicación intercultural.

Los factores que determinan una actividad y sus normas no pueden ser de naturaleza distinta a la de dicha actividad. Cualquier actividad verbal tiene carácter cognitivo. La actividad bilingüe es, además, intercultural. De ahí, se llega a la conclusión de que los factores que determinan la actividad del traductor son de naturaleza cognitivo-cultural. De la misma naturaleza son las normas que delimitan esta actividad.

El deslinde de los dos tipos de actividad bilingüe, la equivalente y la heterovalente, también permite replantear la interpretación del concepto de adaptación. Se distingue entre la adaptación dentro de la traducción, motivada por los fenómenos de intertextualidad cultural y orientada a resolver la contradicción dialéctica que se da entre los dos requisitos básicos que debe reunir el producto de la actividad bilingüe equivalente, y la adaptación como tipo de actividad bilingüe (heterovalente), cuyo producto no es comunicativamente equivalente al TO.

La traducción se desarrolla en condiciones diferentes que vienen determinadas por dos factores:

ü su modalidad (escrita, simultánea, consecutiva, bilateral);

ü el tipo de texto traducido (artículo científico, novela, pieza teatral, etc.).

El factor "condiciones de trabajo", comprendido en este doble sentido, no puede menos que repercutir tanto en las competencias del sujeto de la actividad como en los requisitos que debe reunir el producto de la misma. Esto plantea la necesidad de desarrollar teorías particulares de la traducción que, por la lógica científica basada en el análisis de la naturaleza del objeto estudiado, no deben contradecir los principios fundamentales de una Teoría General sino actualizarlos y complementarlos en función de las condiciones de trabajo.

 

FASES Y SUBFASES DE LA ACTIVIDAD TRADUCTORA

 

No provoca dudas que la enseñanza de cualquier actividad debe partir del tipo de la misma y de su estructura. La actividad bilingüe equivalente forma parte de las actividades mentales, intelectivas, y de ahí se puede deducir que el peso específico de los hábitos, o sea, acciones que en virtud de su repetición pasen a ser automáticas, es mínimo, si no nulo. Otra cosa es que la competencia lingüística como tal (el dominio de dos idiomas) siempre implica tanto hábitos como habilidades y conocimientos. Sin embargo, el desarrollo de estos hábitos no se constituye en objeto de la didáctica de la enseñanza de la traducción sino de las dos lenguas, la materna y la extranjera.

Al mismo tiempo, es evidente que no puede haber una didáctica general de la enseñanza de la traducción, puesto que se traducen textos pertenecientes a un estilo, género y tipo concretos (Lvovskaya, 1992 b) y en condiciones de trabajo también concretas (traducción o interpretación). Sin embargo, la enseñanza (por lo menos en las Facultades de Traducción e Interpretación) empieza por la Traducción General directa eligiendo en calidad de material didáctico textos que no estén dirigidos a especialistas, por decirlo de alguna manera, y que sean de interés para la traducción tanto por su tema como por las dificultades traductológicas.

En lo que se refiere a las competencias profesionales que deberían desarrollar los alumnos, al curso de Traducción General le corresponde, en nuestra opinión, el papel clave. Precisamente en el marco de este curso el alumno aprende a concebir la traducción como una actividad intelectiva e intercultural; a distinguir el contenido y el sentido del texto; a evaluar el PCA del TO y sopesar los diferentes factores cognitivo-culturales, incluidos los situacionales, en ambas etapas de su actividad; a elaborar la estrategia y buscar opciones concretas a partir de la interacción de todos los factores relevantes, etc. En fin, aprende a resolver la contradicción dialéctica fundamental que se da entre la máxima fidelidad posible al PCA del TO y la aceptabilidad del TM en la cultura meta. El curso de traducción general le ofrece al alumno la oportunidad de desarrollar las competencias profesionales básicas, sobre las cuales más tarde se asentarán las competencias complementarias relacionadas con las diferentes modalidades de la actividad bilingüe equivalente. En este sentido, se puede afirmar que el curso de Traducción General está llamado a sentar las bases de las competencias profesionales.

Las implicaciones didácticas de la teoría expuesta en los capítulos anteriores, se refieren principalmente al curso de traducción general. El desarrollo de las competencias profesionales necesarias en otras modalidades de traducción requiere didácticas especiales cuyos principios, sin embargo, nunca entrarán en contradicción con los que exponemos en este apartado, sino que los complementarán y especificarán a partir del factor "condiciones de trabajo" comprendido en su doble aspecto de modalidad de traducción y tipo de texto traducido.

El proceso de la traducción, al igual que cualquier otra actividad, tiene su estructura, es decir, supone ciertos pasos sucesivos del sujeto de la actividad, a cada uno de los cuales le corresponde una función específica dependiente de los pasos anteriores. Generalmente, se distinguen dos fases principales: la interpretación del TO y la producción del TM. Creemos necesario exteriorizar al máximo los pasos que implica cada una de estas fases para poder estructurar un sistema de ejercicios (tareas) que se corresponda con las competencias específicas del traductor. Somos conscientes de que la exteriorización muy pormenorizada de la actividad del traductor, vista desde el ángulo de un profesional, parece algo artificial, sin embargo, está pedagógicamente justificada, especialmente en las primeras etapas de la enseñanza.

Conforme a la concepción general de la comunicación verbal y a las peculiaridades de la comunicación bilingüe equivalente, creemos conveniente subdividir la fase interpretativa del TO en tres subfases (pasos) que se corresponden con las tres competencias de la actividad interpretativa del traductor:

· comprensión del contenido semántico del TO;

· comprensión del PCA del TO;

· comprensión del sentido "receptivo" del TO (pronósticos acerca de las dificultades de carácter cognitivo-cultural que tendría el destinatario del TM para comprender el programa conceptual del TO).

Mientras que las dos primeras subfases existen también en la comunicación monolingüe, la tercera constituye una característica exclusiva de la actividad bilingüe equivalente. La tarea consiste en que el alumno tome conciencia de que, para producir un TM comunicativamente equivalente al TO y, al mismo tiempo, aceptable en la cultura meta, el traductor debe interpretar tanto el sentido de todo el texto original como el valor comunicativo de cada uno de sus elementos a través del prisma de la mentalidad del destinatario del TM, más o menos idealizado, a fin de poder pronosticar qué tipo de conocimientos (etno-socio-culturales, axiológicos o de otra índole) necesitará éste para comprender el PCA del autor del TO. Sin haber realizado esta interpretación específica del TO, tanto a nivel explícito como implícito, el traductor no podrá proceder a la segunda fase de su actividad que es la producción del TM. Precisamente en este mecanismo de la interpretación del TO proyectada hacia el destinatario del TM, se asienta la concepción interpretativa de la traducción. En esta última subfase, el traductor empieza a resolver la contradicción principal entre los dos aspectos de la equivalencia comunicativa que es la máxima fidelidad posible al PCA del TO y la aceptabilidad del TM en la cultura meta. Precisamente por esto, dedicaremos especial atención a la subfase de la interpretación del sentido "receptivo".

La fase de producción del TM, que está subordinada a los resultados del análisis interpretativo del TO, la subdividimos, también por razones didácticas, en cuatro subfases:

· elaboración de la estrategia de traducción;

· búsqueda de equivalentes;

· producción del TM;

· revisión / autocorrección del TM.

Cada una de las subfases productivas del TM lleva la impronta de la doble orientación de la actividad del traductor en sus diferentes aspectos. Los cambios de situación comunicativa ya recogidos en parte en la tercera subfase de la etapa interpretativa, pueden obligar al traductor a producir el TM partiendo de otras presuposiciones, o sea, explicitando ciertas implicaturas textuales, guiándose por las normas de comportamiento verbal o no verbal de la cultura meta, etc., lo que conduce a ciertos cambios del contenido semántico del TM respecto al TO. Se plantea la tarea de enseñar a elaborar la estrategia de producción del TM tanto a partir de los resultados del análisis interpretativo del TO (PCA del TO, incluido el análisis de las subestructuras intencional y funcional como a partir de la nueva situación comunicativa, incluyendo las convenciones textuales que caracterizan a cada tipo de texto en la cultura meta.