La Biblia prevalece sobre la ciencia

 

Esta idea se puede defender de diversas formas.

 

2.1.1. De forma bastante burda

 

El mejor ejemplo sería el de Niccolò Lorini O. P. atacando a Copérnico sin haber leído su libro; ni siquiera conoce su nombre (“Ipernico o come si chiami”).

Resulta también burdo utilizar las discrepancias entre los científicos[62] para demostrar la inseguridad de la ciencia. Por ejemplo, las diversas teorías evolucionistas anti-darwinistas existentes a finales del siglo XIX (evolución teísta, Lamarckismo, Ortogénesis, Teoría mutacionista) se aducen como argumento para rechazar la evolución o presentar otras hipótesis.

En la actualidad, alguien escribe en una página web presentándose como Tito Flavio Sabino Vespasiano: «Yo me fio más de la Biblia que de la teoría de la evolución que es una paranoia inventado por un religioso judío nazi.» El pobre Darwin murió sin saber que era judío, alemán del siglo XX y nazi.

De estas personas decía Galileo: «…en nombre de un pretendido celo por la religión y echando mano de las Sagradas Escrituras, puestas al servicio de disposiciones que no son sinceras, y con la pretensión de extender su autoridad, y aun de abusar de ella, sobrepasando su intención y las interpretaciones de los Padres, al hacerla terciar en conclusiones puramente naturales y que no son de Fe».

 

2.1.2. De forma científica

En esta línea se inserta inicialmente la teoría del Diseño Inteligente, cuyo escrito más famoso es el de William Paley (1743-1805), Natural Theology, publicada en 1802.

«Paley expone, por ejemplo, el argumento de que el ojo humano es una aparato tan complejo como un reloj o un telescopio, con varias partes que deben ajustarse de forma precisa para lograr la visión. (…) Paley explora la diversidad de órganos y miembros en toda clase de organismo, diseñados con precisión para desempeñar sus funciones. Paley veía que las relaciones entre machos y hembras de cada especie, las relaciones entre animales de diferentes especies, y entre los organismos y sus entornos, daban prueba de haber sido diseñados de forma precisa por un Creador omnipotente. El argumento a favor del diseño inteligente nunca se ha expuesto, ni antes ni después, de forma tan extensa o tan contundente como lo hiciera Paley»[63].

 

En España, esta tendencia tendrá gran éxito en el libro del jesuita Jesús Simón, A Dios por la ciencia[64]. Una obra que muchos leímos de pequeños, que exponía las maravillas y la perfección de la Naturaleza en todos sus órdenes (astronomía, zoología, botánica o anatomía humana), como pruebas de la existencia, poder y sabiduría divinos; pero las teoría científicas modernas no quedaban tan bien paradas[65].

 

2.1.3. De forma agresiva

El Diseño Inteligente dio paso en 1999 a la Estrategia de la cuña, contraria a toda explicación de la realidad natural que no tenga en cuenta a Dios. Su objetivo es «derrotar al materialismo científico» representado por la evolución, «revertir la visión mundial del materialismo y reemplazarla con una visión científica acorde a las convicciones del cristianismo y del teísmo» y «afirmar la realidad de Dios».

Esta postura se encuentra también difundida en otros ámbitos. Un cierto Guatejoseescribe en una página web: «Pienso que la Iglesia está asumiendo una posición "cómoda" e irresponsable al respecto, considero que debe haber una profunda reflexión hacia el interior de la Iglesia para meditar si se está defendiendo la Palabra de Dios ¿o se está aceptando al mundo y su ignorancia disfrazada de ciencia?»