Traducción general y traducción literaria

Si el concepto de traducción general se resiste a la definición, lo mismo sucede en el caso de la «traducción literaria». Tampoco está claro su estatus dentro de una clasificación en la que la especialización se encuentra muy ligada a los temas.

Evidentemente no se pueden incluir como elementos de una misma clase la traducción jurídica, la económica, la científica, la técnica y la literaria.

La traducción literaria se identifica con una serie de géneros de ficción que se producen por el cauce editorial. Este concepto deja fuera la producción que también corresponde a esos géneros y que no se publica por editoriales sino por periódicos o que no se publica sino que se representa (como el teatro, la ópera o el cine), y entra en contacto con la producción editorial que no es de ficción. A su vez, el teatro, la ópera o el cine solapan la traducción literaria con la modalidad de «traducción subordinada», que a veces es considerada como una traducción especializada más, con la consiguiente confusión de niveles de clasificación. Mantener el parámetro de ficción nos lleva asimismo a descartar géneros, como el ensayo, la autobiografía o la opinión, que también podrían recibir la consideración de literarios. Las categorías de género que acabamos de utilizar o podríamos haber utilizado (poesía, novela, ensayo, cuento, teatro, cine, ópera, autobiografía, opinión) son sumamente controvertidas dentro de la crítica literaria y son definidas y aceptadas de forma muy dispar por la comunidad científica correspondiente.

Otra forma de aproximarse al problema es partiendo de la idea de que la literatura es una escritura con cualidades estéticas especiales, que provocan en el destinatario reacciones y emociones especiales. Delisle, al definir los textos literarios (también los denomina «artísticos») frente a otros tipos de textos, enumera las siguientes características como propias:

- el autor comunica su visión del mundo

- poder de evocación

- valor de la forma

- no univocidad

- intemporalidad

- entraña valores universales

Resulta evidente que estas condiciones no se cumplen en todas las obras de ficción publicadas por editoriales, ni lo que pudiéramos considerar como un lenguaje con ambiciones estéticas forma parte de todas las «obras literarias», ni siquiera de algunas de las más reconocidas.

Otro criterio al que podríamos recurrir para intentar acotar los textos de carácter literario es el de la calidad. Solamente los textos editoriales de ficción descritos anteriormente y que pertenecen a los géneros señalados que cumplan con un requisito mínimo de calidad serían considerados como textos literarios. El criterio de la calidad es probablemente todavía más impreciso, por subjetivo, que los anteriores y no nos llevaría a ningún sitio. Utilizar además criterios como la calidad o el tipo de lenguaje de los textos encierra una trampa. ¿Es posible traducir una obra literaria a una obra no literaria por no respetar el lenguaje o no alcanzar la calidad de la obra original? En la realidad profesional, observamos dos tipos de actividad abarcables bajo el concepto de traducción literaria: una traducción literaria de élite y una traducción literaria de calidad inferior. La traducción de élite es realizada normalmente por profesores universitarios, autores o críticos que normalmente no viven de ella y que pueden permitirse el lujo de traducir en unas condiciones de plazos, precio y calidad poco económicas; normalmente son especialistas en el autor o autores a los que traducen. Muchas veces se les presupone a estos traductores unas competencias que no todos los traductores pueden alcanzar pues entran en el terreno de lo artístico, al igual que en la creación literaria. La traducción de inferior calidad es la más común, es realizada por traductores profesionales o aficionados y las condiciones de plazos, precio y calidad se ajustan más a la práctica generalizada de la traducción.